De lo que deben pensar los católicos serios sobre la CMRI

No hay Wikipedia para el catolicismo tradicional. Uno tiene que aprender cosas con el tiempo haciéndose de varias fuentes e incluso entonces, uno debe luchar contra la malformación generalizada de las mentes...

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De lo que deben pensar los católicos serios sobre la CMRI

Por STEPHEN HEINER - 21, JANEIRO DE 2022

No hay Wikipedia para el catolicismo tradicional. Uno tiene que aprender cosas con el tiempo haciéndose de varias fuentes e incluso entonces, uno debe luchar contra la malformación generalizada de las mentes humanas en todo el mundo, contra el desprecio, también generalizado, del clero, y con la frecuente falta de reconocimiento del papel apropiado de los laicos en su subordinación a ese mismo clero. Llegar a una manera de pensar y obrar que sea propiamente y en todo momento cristiana, es algo que exige un proceso largo y que muchos de nosotros nunca podremos alcanzar plenamente en esta vida.

No llegué de inmediato a mi posición sobre la Misa una cum. Mi recorrido de diez años en la posición de la Fraternidad San Pío X (“reconocer y resistir”) al sedevacantismo tomó aproximadamente dos años, pero pasarían otros dos antes de que dejara de asistir a la Misa de la FSSPX en Kansas City, donde yo vivía.

Esto se debió en parte a mi apego emocional a los sacramentos, pero también porque había voces clericales que me decían que la asistencia a estas misas era permisible. Una de esas voces fue Monseñor Mark Pivarunas de la CMRI.

En 2011, al regresar de una ordenación de la CMRI en Spokane a la que había asistido, me encontré con el Señor obispo en el aeropuerto y en el curso de una breve discusión revelé, algo vergonzosamente, que estaba asistiendo a la Misa de la FSSPX. En lugar de reprender esta posición, el obispo simplemente dijo algo en el sentido de "¿qué más puedes hacer?" y dijo que me entendía.

Para que mi anécdota no sea marginada como permisiva en mi caso particular, pero todavía contraria a la regla general, también hay un documento disponible públicamente en el que Monseñor Pivarunas defiende la asistencia a misas una cum como algo legítimo y permisible en sí mismo.

La asistencia a una misa una cum es una participación objetiva en el Novus Ordo modernista. Y no hay cómo evitar esta conclusión.

La CMRI reconoce que Bergoglio y varios de sus predecesores claramente no son vicarios de Cristo, sino enemigos de Dios y de Su Iglesia. Sin embargo, la CMRI permite, y en algunos casos, alienta a las personas a asistir a misas que lo nombran en el Canon.

Creciendo como católico conservador en el Novus Ordo, todavía recuerdo a mi padre ocasionalmente diciéndonos, con dolor, que “lo que dijo el Padre hoy no estuvo bien”. ¿Acaso quieren - las personas que asisten a misas una cum - socavar la autoridad clerical en las mentes y los corazones de sus hijos cuando también ellos tienen que "corregir" las palabras del Cura en el viaje a casa desde la misa? Puedo imaginar la conversación: "Papá, ¿qué quiso decir el Padre en el sermón cuando dijo que tenemos el deber de resistir a 'Roma' y al Papa? Pensé que no había Papa". De la boca de los bebés…

La laxitud de la CMRI en este tema sólo es más preocupante cuando se ve agravada por su permisividad en la creación de tribunales de anulación matrimonial. La FSSPX se ha involucrado en esta farsa durante años, pero se sabe desde hace algún tiempo que algunos de los sacerdotes de la CMRI se toman el derecho de juzgar casos de matrimonio. Pero esto es algo que cae directamente bajo las funciones legales de la Iglesia y no bajo el principio de epiqueya. En la situación presente no hay nadie que posea autoridad para emitir juicios en estos casos de matrimonio y, por lo tanto, lo mejor que nuestro clero puede hacer es investigar para darle a las personas algún sentido de probabilidad, pero no más que eso.

En cualquier caso, el hecho de que incluso allá por 1968 sólo se dieran 338 anulaciones para todo Estados Unidos ese año debería darnos el contexto adecuado al respecto.


Hay posiciones que el CMRI sostiene que son desacuerdos legítimos con otros católicos. Por ejemplo, observan la nueva Semana Santa, que se asemeja mucho a la Semana Santa utilizada por el Novus Ordo (porque Bugnini y sus secuaces usaron la Semana Santa como prueba para el resto del Misal). Cuando Pío XII emitió los cambios, era parte de algo transitorio, no destinado a ser permanente.

La CMRI argumenta que fue un acto válido de un legislador válido y en ese caso tienen razón. La Nueva Semana Santa es un rito católico y se puede asistir a ella en buena conciencia.

Sin embargo, aquellos de nosotros que hemos investigado el asunto o que hemos leído el trabajo magistral del P. Anthony Cekada sobre el Novus Ordo Missae, no podemos ignorar lo que ahora sabemos en retrospectiva: esta Semana Santa fue el principio del fin de la fe católica para millones y, por lo tanto, se puede argumentar razonablemente que dadas las intenciones y el resultado de esas reformas, la opción más segura de un católico está en una liturgia sin cambios. Dado que los mismos principios litúrgicos y doctrinales incorrectos están en acción tanto en la Semana Santa reformada como en la Misa Nueva, ¿por qué aceptar los comienzos mientras se rechaza el final?

Dicho esto, el asunto sigue siendo susceptible de disputa. Tanto la CMRI como el clero del otro lado del debate tienen argumentos razonables y coherentes sobre el tema de la Semana Santa. Esta cuestión será resuelta por la Iglesia, si es que sucede la restauración que tanto esperamos pero que somos indignos de presenciar.

Sin embargo, ¿está la asistencia a la misa en la que se nombra a un hereje en el Canon en el mismo nivel que el asunto de la Semana Santa? ¿Es esta una cuestión susceptible de disputa? Podríamos traer a la memoria el ejemplo de la iglesia francesa durante la Revolución. El Papa Pío VI dijo que las hostias consagradas por sacerdotes juramentados (aquellos que prestaron juramento a la Iglesia Constitucional Francesa) debían dejarse en sus tabernáculos para descomponerse, ya que ningún cristiano debería asociarse con estas hostias bajadas de lo Alto en oposición a Dios y Su Iglesia. ¡Y esas hostias se habían convertido en Nuestro Señor durante una Misa en la que se nombraba a un Santo Padre válido y gloriosamente reinante!

Ese mismo Padre gloriosamente reinante dijo lo siguiente en su encíclica condenando la Constitución Civil sobre el Clero: "Manteneos alejados de todos los intrusos, ya sean llamados arzobispos, obispos o párrocos; no tengáis comunión con ellos, especialmente en el culto divino". (Énfasis mío).

¿Cómo creemos que reaccionarían las autoridades de la Iglesia ante "bueno, no había otras misas válidas en nuestra área" como la razón para asistir a misas una cum? Si simplemente "quieres asistir a una misa válida", ¿por qué no ir a los llamados ortodoxos? Muchos de ellos poseen órdenes válidas. La respuesta es simple: porque los llamados ortodoxos están llevando a cabo una liturgia en oposición a Dios y a su Iglesia. Lo mismo ocurre con las misas una cum.

En la carta de fecha 2002 que mencionamos, Monseñor Pivarunas, defendiendo elípticamente el caso de asistir a misas una cum (al afirmar que la asistencia a tales misas no puede prohibirse, lo cual no es el punto), concluye sus comentarios diciendo que si el asunto del una cum es un problema tan importante, ¿por qué entonces no surgió antes?

La respuesta no es inmediatamente obvia. Cuando ocurrió el Vaticano II, estalló una especie de bomba y los clérigos y laicos quedaron luchando desorientados en medio de los escombros. Una vez que trataron a los heridos y restablecieron una ofrenda intachable del Hijo al Padre, recién allí fueron libres de volver sus mentes a otras cosas.

Monseñor Donald Sanborn, que durante un tiempo fue opinionista, escribió contra el opinionismo. El Padre Anthony Cekada, que durante un tiempo fue una cum, escribió contra la Misa una cum. El mismo Padre Cekada escribió en defensa de Monseñor Thuc y de la CMRI.

Los cristianos se equivocan y es magnífico cuando admiten sus errores y reconocen cuán verdaderamente insensato es que el polvo y las cenizas estén orgullosos. El clero mencionado admitió sus errores en ciertos temas, repudió públicamente sus posiciones anteriores y cambió. Esa misma puerta está abierta a la CMRI, si desean pasar por ella y dejar de juzgar los casos de matrimonio por su propia autoridad y dejar de decirle a la gente que pueden y deben ir a misas una cum. Hasta que llegue ese momento, sin embargo, los católicos serios no pueden considerar el CMRI un lugar seguro para formarse adecuadamente en la fe católica. Los errores en el modo de pensar que hemos enumerado, y otros desaciertos no mencionados aquí, conducen inevitablemente a yerros en otras áreas, y creemos que tenemos la responsabilidad como compañía de contenido católico tradicional de exponer nuestras preocupaciones y las razones detrás de ellas.

Hay algunos que en privado no están de acuerdo con las posiciones de la CMRI sobre los temas que hemos mencionado si bien asisten a las misas ofrecidas por uno de sus sacerdotes. Tales reservas no cambian el hecho de que el sacerdote está asociado con una organización que es laxa respecto a la Misa una cum y es permisiva en la "concesión" de anulaciones. Quien asiste a las misas de un sacerdote de este tipo se asocia con esa organización y sus posiciones públicas.

Basado en lo que conozco, creo que la mejor opción es no asociarse con la CMRI y, en su lugar, he buscado mejores alternativas. Aunque querría desear lo mismo para el resto, así como recomendarlo donde fuere posible, entiendo que tales alternativas no son opción para muchos. Hasta que la CMRI no cambie sus posiciones en estos importantes asuntos, creemos que los católicos deben ser cautelosos al buscar un consejo moral o teológico de clérigos suyos que andan con estas cosas; y los seglares que asisten a sus capillas habrían de pedir a sus sacerdotes hacer lo posible para garantizar la rectificación de dichos problemas lo más pronto posible, dada su seriedad y gravedad. No debe malinterpretarse que hayamos planteado estas serias preocupaciones para también implicar una falta de reconocimiento o de consciencia de todo el buen trabajo que el clero de esta organización ha hecho y continúa haciendo

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