Pío XII no celebró la reforma de 1955

Una de las tesis defendidas en el libro Complot Antilitúrgico es que el Papa Pío XII jamás celebró la liturgia reformada de 1955...

Postado pela Ação Restauracionista em 2025-08-02 19:35:00

Pío XII no celebró la reforma de 1955

14 de jun.

Una de las tesis defendidas en el libro Complot Antilitúrgico es que el Papa Pío XII jamás celebró la liturgia reformada de 1955, propuesta por la Sagrada Congregación de Ritos. Como se demuestra en la propia obra — actualmente publicada por la Editorial Acción Restauracionista —, la autoridad responsable de los ritos dentro de la Capilla Papal no es la Congregación de Ritos, sino la Congregación de Ceremonias.

Esta constatación, por sí sola, ya constituye una fuerte evidencia de la tesis presentada. Sin embargo, hay una confirmación adicional extremadamente relevante: un reportaje de L'Osservatore Romano, que documenta a Juan XXIII (Roncalli) celebrando en la Capilla Papal según el rito anterior a las reformas de 1955.

A continuación, presentamos la traducción íntegra del texto mencionado:


El Sagrado Rito de Ayer en la Basílica Liberiana

En la paz y el silencio, la conmovedora conmemoración del Divino Sacrificio del Calvario, en la Acción Litúrgica del Viernes Santo, se realizó, como de costumbre, en presencia y con la participación del Sumo Pontífice Juan XXIII, en la Basílica Liberiana de Santa María la Mayor.

A los pies de la Cruz estaba la Madre de Jesús. Ella pudo reconocer al Hijo clavado en el madero después de haber oído y acogido, como herencia suprema, una última palabra, pocas horas antes pronunciada desde aquel trono de dolor: el testamento espiritual que la ofrecía como Madre a aquellos hijos de la obediencia y de la redención.

Cerca del altar sagrado, ella permaneció, de pie, vestida de gloria, junto a la Virgen de los Dolores, acompañando y meditando el recuerdo del más supremo sacrificio de la historia humana, hasta el don del Salvador.

Ante el Papa, arrodillados y descalzos, estaban los fieles reunidos en oración, encomendándose al dulce auxilio y materna bendición de María.

El Sumo Pontífice fue recibido en la entrada de la Basílica por el Reverendísimo Capítulo Liberiano, bajo el liderazgo de Su Eminencia el Cardenal Arcipreste Carlo Confalonieri, y, después de una breve oración ante la milagrosa imagen de Nuestra Señora, fue conducido al altar de la Confesión, donde se celebró el rito sagrado.

Concluido el canto de la Pasión, el Predicador Apostólico, Reverendo Padre Bartolomeo da Milano, O.F.M. Cap., subió al púlpito y pronunció una meditación sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y sobre las enseñanzas que de ella se derivan para la memoria perenne. Al final de la predicación, recomendó la meditación de los sufrimientos santos y redentores del Divino Redentor.

Se pasó entonces a la segunda parte de la Acción Litúrgica. El Eminentísimo Cardenal Confalonieri cantó las Grandes Oraciones por la Santa Iglesia, por el Sumo Pontífice, por todos los fieles, por los pueblos del mundo, por los que profesan la fe cristiana, por la unidad de los fieles, por la conversión de los herejes y de los infieles.

Después de eso, postrándose en adoración, el Santo Padre permaneció —y con él toda la asamblea— en recogimiento silencioso y profunda oración.

Concluidas las oraciones solemnes, el Diácono, Monseñor Anatolio Ghinozzi, se retiró a la Capilla del Santísimo Sacramento y llevó al Altar Papal la veneranda Eucaristía del Señor, conservada en el sagrario, asistido por el Eminentísimo Celebrante, quien entonces procedió a la distribución de la Sagrada Eucaristía a los Eminentes Cardenales y a los miembros de la Capilla Papal. Todos los fieles se mantuvieron en profundo recogimiento y reverente silencio durante todo el rito.

Algunos Votantes de Signatura y Auditores de la Cámara acompañaban al Santo Padre. Obispos Asistentes y Arzobispos, los Eminentes Cardenales Diáconos, todos en sus puestos y atentos a sus deberes.

El Sumo Pontífice, regresando a su Sede Sacrosanta, caminaba entre los Cardenales Diáconos, bajo el baldaquino, rodeado por la Guardia Noble, flanqueado por los Oficiales Generales y Superiores de la Guardia Suiza, por los Ayudantes de Cámara y por los Superiores Generales de las Órdenes Religiosas.

En cuanto a la Comunión, el Santo Padre entregó la Sagrada Partícula al Eminente Cardenal Celebrante, quien, habiendo recibido del Sumo Pontífice la bendición, le presentó la Sagrada Partícula. Luego, cantado el Ecce Agnus Dei, el Eminente Celebrante ofreció la Sagrada Comunión, asistido por un Prelado Portador de la Patena. Así, se recitó la bendición al Sumo Pontífice, el cual permaneció en recogimiento.

Acto seguido, el Cardenal Celebrante distribuyó la Sagrada Comunión a los Eminentes Cardenales, a los Arzobispos y a los Obispos, a los otros Prelados de la Capilla Papal.

Concluido el Santo Rito, el Santo Padre, acompañado del cortejo pontificio y de los Eminentes Cardenales, hizo una breve oración ante el altar y, tras depositar las vestiduras sagradas, regresó al Palacio Apostólico Vaticano.

Finalmente, entre las respetuosas demostraciones de numerosos fieles, que aguardaban fuera de la Basílica, hizo su regreso al Palacio Apostólico Vaticano.

La Sagrada Ceremonia se realizó bajo la dirección del Prefecto de la Ceremonia Apostólica, coadyuvado por los Maestros de las Celebraciones Pontificias.

Entre los presentes se encontraban Sus Excelencias Reverendísimas Monseñor Magnasco y Monseñor Dante, Maestro de Cámara de Su Santidad; los Oficiales de la Prefectura de la Casa Pontificia; los Prelados de la Capilla; Monseñor Nasalli en el cuerpo de Arzobispos, Vestidores y Abad Mitrado asistente del Sagrado Rito. En sus propios puestos estaban también los Diputados Laicos del Antecamerato.

Entre la concurrida y numerosa asistencia se notaban Sus Excelencias Reverendísimas Monseñor Dell'Acqua, con diversos Prelados de la Secretaría de Estado; algunos Párrocos de Santa Basílica; varios Cónsules y Representantes del Cuerpo Diplomático; y los altos Cargos de la Ciudad del Vaticano; además de muchos Prelados, Religiosos y fieles que, todos, seguían con recogimiento y profunda devoción los sagrados ritos.

Los Cuerpos Armados Pontificios —Guardia Palatina, Guardia Noble, Guardia Suiza y Guardia de la Gendarmería— prestaban la debida asistencia, junto a los Comisarios de Roma, a la Guardia Secreta y a la Guardia de Honor, además de los miembros de la Guardia de Honor de la Piedad y de la Asociación Artístico-Quirina.

Perfecto el servicio externo. El Director de Sus Excelencias Reverendísimas Monseñor Boccafoschi, Jefe de los Servicios de Orden, había tomado providencias particularmente celosas para regular el tráfico y el servicio de escolta a lo largo del trayecto del cortejo papal, desde la salida del Palacio Apostólico hasta el pórtico de la Basílica Liberiana, y en su regreso.

El Servicio Sanitario de la Ciudad del Vaticano estaba, como de costumbre, presente en toda su organización y eficiencia.

El tráfico fue suspendido para el paso del cortejo pontificio en las siguientes calles: Via Governolo, Via P., Plaza de la Trinidad y Via Quinta de Roma.


Por lo visto, en 1960, durante la Semana Santa, el usurpador Roncalli era más tradicional que la CMRI.

Por Yuri María. 14 de junio de 2025, Día de San Basilio Magno.

Artículo original disponible en: https://www.totalista.net/post/pio-xii-n%C3%A3o-celebrou-a-reforma-de-1955